Condena.

Si hubiera sabido que quien me hizo
arder convirtiéndome en incendio,
me apagaría siendo gasolina, fuego
y bombero a la vez, habría caído también.

Habría ardido también, porque por ti
moriría ahora mismo. Me arrancaría
la piel.

Si hubiera sabido que no me querías,
te habría seguido queriendo. Habría seguido
teniendo ganas de lamerte las heridas,
morderte los huesos.

Estoy condenada a mirarte desde fuera,
dejar que el aire te acaricie el cuerpo
a la velocidad que un tractor circula
en carretera.

Condenada a ver cómo el agua se resbala
por tu piel siendo jabón, mientras nadas
siendo pez en una piscina que es pecera.

Condenada a no poder tocarte la piel
como lo hacen el sol y la luna, a no poder
iluminarte ni calentarte, a no poder secarte
con abrazos ni amarte con locura.

Condenada a pensarte cada vez que cruzamos
miradas o que escucho tu voz cuando resuena
tu nombre en los labios del resto.

Condenada a observarte desde fuera queriendo
colarme dentro por el frío de  la vereda de
tu puerta de atrás.

Porque estás dentro de mí.
Porque empiezas a no caberme en el pecho.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.