¿Por qué tendrías que esperar...?

"Ojalá ella te pille escribiendo sobre mí, 
o pensando en mí aunque sólo sea un segundo.
Me debes eso por lo menos.
Concédemelo."

Vivimos en una sociedad en la que la mayoría de las personas no esperan. Cruzan en rojo por no esperar a que el semáforo se coloree de verde, cierran la ventana por no esperar a que pase el vendaval, sacan el paraguas aunque sólo sea una nube y vaya a dejar de llover en cuestión de segundos. Por no esperar a que deje de llover, desenfundan sus paraguas y caminan seguros a paso ligero.

Los relojes adornan las muñecas pero aportan dependencia al tiempo, como si fuera efímero y con el aire en un segundo se pudiera escapar. Si te paras a observar las agujas del reloj, cómo dan un paso al frente cada segundo, el giro de 360 grados al cabo de un minuto y de nuevo volver a empezar... Si te paras a observarlo, te provoca un cierto nerviosismo. Una sensación de agobio, de estar derrochando el tiempo, aquel intangible que no vas a poder recuperar.

El ser humano prefiere no esperar. El tiempo, de golpe, cuesta el oro que nadie posee. Nos hemos vuelto seres acrónicos que no esperan al momento perfecto. Se nos echa el tiempo encima y con sus manos en nuestra garganta, nos desespera, nos altera, nos acelera el corazón y nos deja casi sin respirar.

Nos hemos vuelto seres conformistas con todo, también con el amor. Nos conformamos con amores de motel, de escaso sentimiento y mucho placer, pero en cortos períodos de tiempo, no vaya a ser que perdamos mucho tiempo en hacer el amor... Aunque el amor, en mi opinión, no se hace en cuestión de segundos en cualquier revolcón. El amor se crea poco a poco con caricias, besos, abrazos, susurros, ...

Nos hemos vuelto seres extraños. No tenemos tanto tiempo como para derrocharlo o no queremos implicar el tiempo necesario en algo. Alguien.
Si te he visto, no me acuerdo. No he tenido tiempo de en mi memoria almacenarte.

Y después de todo, echo un vistazo a cómo avanzan las agujas de mi reloj y observo todos los segundos que están desapareciendo de mi vida mientras pestañeo e intento poner orden en el caos de mis sentimientos.

Me quito el reloj y te miro, y ahora con tiempo puedo decir...

Si nos hemos vuelto seres acrónicos, ¿por qué tendrías que esperar?

¿Por qué tendrías que esperar para encontrarme?

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.