La pieza.

Eres la pieza (del) rompe-cabezas
que me la rompe cada vez que
pienso en ti.

Posas tus manos en tu guitarra
blanca que demuestra la pureza
y roja, el color de mi corazón.
Las posas y las deslizas y
resuenan acordes y los callos de
tus dedos se vuelven más suaves.
Te vuelves más imposible.

La vida está llena de imposibles
y yo no puedo con tantos.
Ni siquiera puedo contigo.

De verdad, te odio. Aunque no
es odio lo que me remueve.
Son tus mariposas las que
me revuelven el estómago
y me producen náuseas
pretendiendo echarlas por
la boca. A veces me disparo
para ahuyentarlas, pero no se van...

No eres el chico más guapo
ni habrías ganado el premio al
mejor chico del año.

Pero conseguiste llenar mis días
de primaveras en invierno y
alargabas los veranos y sus
madrugadas para no estar
tan distanciados, para no
echarnos tanto de menos.

A veces miro los mapas
y nos siento tan cerca,
te siento a mi lado
en mis manos. Pero miro
a la vida y no te tengo
ni siquiera un rato.

Hacías que los girasoles se
girasen hacia mí cuando
yo pasaba por su lado
y que las estrellas estuvieran
más tiempo iluminando.

Vendiste tu alma al diablo
para que la mía no cayera
en sus manos, porque sólo
tú querías tenerme en las tuyas,
entre tu guitarra y tus callos.

Le pagaste a la luna cada noche
para que saliera y yo pudiera verla.
Te gastaste tanto que quedaste en
bancarrota y te cansaste de
pensar en mí,
pues también te salía caro.

No habrías sido reconocido como el
chico de la sonrisa más bonita
porque no te gusta sonreír,
aunque te contaría mil chistes cada día
sólo para verte hacerlo.

No habrías sido reconocido como
el de los mejores mordiscos, ni chistes
ni caricias. Ni habrías ganado el premio
de los mejores labios. Pero tal vez sí
el de los mejores besos y mejores manos.
Se me están jodiendo los sentidos
por no estar a tu lado.

Hiciste todo lo que yo quise,
crecieron flores en mi corazón.
Tus canciones eran el agua
que hacían crecer las flores
en mi interior.

Fuiste todo lo que yo quise
y sigo queriendo a mi lado.

Se me acelera el corazón cada vez
que eres tú, y me vuelves taquicárdica
perdida.

Ojalá pudiera explicarle a mi corazón
que ya no, tú no, nosotros nunca.
Ojalá pudiera explicarle a mi corazón
que igual que hay taquicardias preciosas,
también están las que se te clavan
como cien cuchillos a la vez.
Y eso es todo lo que tú me provocas.

Ojalá pudiera apagarme el corazón,
quitarle las pilas o la batería.
No sé si lo encendería,
no por si apareces y me pides
una despedida.

Cuando te quieres dar cuenta,
te has torcido y estás tratando
de volver a encontrar el equilibrio.

Pero ya todo ha cambiado,
no somos los mismos. La perspectiva
es distinta y ahora cuesta respirar tu aire.

Me encuentro bocabajo perdida en este mar,
que es la vida. Y eso que dicen de "Hay un muro
entre los dos, para derribarlo tengo que poner
el mundo bocabajo..." supongo que no ocurre
siempre porque estoy bocabajo y no te encuentro.

Y si si se te encharcan los pulmones, te mueres
y yo tengo agua por encima del cuello.
Pero no me muero por el agua,
me muero porque tú no estás.

Desde que no estás parece que el tiempo
avanza más deprisa, que sopla más el viento
y se lleva a las agujas del reloj,
dejándome a mí atrás.

Creo que hay historias que van a doler
siempre y eso es lo que pretendo contigo.
También creo que a veces, simplemente
te alegras de que una canción te recuerde
a alguien. Por eso le he puesto a una tu nombre
y apellidos.

Tú también tenías dardos. Los más afilados
que me han clavado en toda mi vida.

Todos los recuerdos que tengo de nosotros
no poseen olor y los olores están lleno de recuerdos.
Si hubiera olido cómo hueles, me habría encontrado contigo
en ciudades diferentes sin ser tú. Habrías conquistado
ciudades sin moverte y les habría arrancado el olor
a mordiscos a todos aquellos desconocidos
por no ser tú y pretender serlo, sin querer,
pero ojalá queriendo.

Nunca podrán ser como tú.
Eres la pieza que me encajaba,
la pieza del rompecabezas que me faltaba.
Y te encontré, juro que te encontré
y te tuve en mis manos. Pero las piezas
no poseen forma eterna,
y tú de forma has cambiado.

Y ya no eres mi pieza
y con este vacío que me has causado,
dejándome incompleta,
se está escapando de mí todo el amor
que te he dado.

Por eso intento dejar por escrito
todo lo que un día ya no estará dentro
de mí.

Ven, pon tus manos,
lléname de amor y complétame.
Sé mi pieza otra vez,
por última vez.

Sé mi pieza.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.