Los Incendios.

"No lo vivo pero puedo imaginarlo.
 Y si puedo imaginarlo, 
puedo vivirlo."


Antes de conocerme te encantaba pasar las tardes sentado frente al mar. Sobre todo en verano, que era cuando tenías más tiempo y podías perderte de forma más continua. O estar más tiempo sin encontrarte y que nadie se diera cuenta.

El día que nos conocimos, me dijiste que no podías verme marchar sin tener mi número de teléfono. Que no podías permitírtelo. Y estuviste toda la noche a mi lado diciéndome que no sabías cómo, pero que algo se había encendido en ti. Una colilla, un vidrio, una cerilla, algo... Algo se encendió y te incendió por dentro. Me llamaste Incendio. Tu Incendio.

No te quisiste marchar sin una cita. No sé qué habrías hecho si te hubiera dado un beso.
Se te iluminó la cara cuando te di mi número de teléfono. Tal vez tuvieras razón en eso del incendio porque se te iluminaron de tal forma los ojos que creí haber visto la última luz incandescente hasta que llegaron los bomberos con sus cisternas y sus mangueras y apagaron el fuego. Te redujiste a cenizas.

En cambio yo, te veía más vivo que antes. En ese momento te llamé Ave fénix en secreto. No te lo he dicho hasta ahora pero te vi renacer de los escombros que había provocado mi incendio.

Desde mí, no había mar en el que poder perderte con los ojos. Tan sólo te bastaba mi mirada.
Creo que no te he llegado a conocer nunca del todo. Sólo conocí la parte que se había perdido.

Estabas perdido en la profundidad de mi mirada, de mis ojos marrones verdosos similares a una galaxia. Yo sólo quería que encontraras el camino para así conocerte del todo. Conocerte encontrado, a ti mismo, y no al perdido del que estaba cansada.

Todo el mundo se daba cuenta de que no eras tú. Algunos decían que te había salvado la vida, otros que había acabado contigo. Yo estaba de acuerdo con los últimos.

Mi poder era más fuerte que el del azul del mar. Y eso que el azul del mar es precioso. Digno de pérdidas constantes.
Pero mi poder era más fuerte incluso que el del azul eléctrico. Más fuerte que el poder que ejerce la luna llena sobre los lobos.

No conseguía traerte de vuelta. No sabía cómo.
Por eso te dejé para que pudieras volver a encontrarte. Era la única forma de salvarte.

Tú conseguiste rescatarme de mí misma cuando nos conocimos pero comprendí que yo era la única que podía salvarte, alejándome, para que pudieras volver a estar contigo mismo. Para que pudieras volver a ser tú.

Cuando me fui, algo sucedió en ti. Y desde ahí todo fue magnífico porque volviste a ser tú.Y eso para mí era lo más importante.

Meses más tarde, nos encontramos en la calle entre un mar de seres humanos que estaban perdidos en el ruido y las luces de la ciudad. Nos miramos a los ojos y pude observar que en tu interior no ocurría nada. Me mirabas con ojos vacíos como si yo fuera un bosque lleno de escombros calcinados y en él no pudiera volver a prenderse ninguna llama que incendiase los tuyos.

Pasaste por mi lado y cuando me giré... No había nadie.
No me miraban ningunos ojos.
No me buscaba nadie.



Hace unos días, fui a ver atardecer. El cielo estaba precioso. Alguien lo había pintado con sus pinceles y sus acuarelas de tonos rosados y anaranjados. Las golondrinas volaban alto, eran libres, en aquel cielo estaban a salvo.

Desde ese atardecer, no he vuelto a ser yo. Me he perdido y no puedo encontrarme porque el camino se ha borrado.

Sólo el cielo puede salvarme.
Sólo espero otro incendio
para volver a encontrarme...

Mi Incendio.


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