Paralelo D.

Recuerdo que aquella noche estaba sonando en la radio la canción más bonita del mundo, nuestra canción. Aunque él no sabría que era nuestra hasta meses más tarde. Él me acercaba a casa como cada sábado en su viejo Renault. Perdonad que no os lo haya presentado, Él se llama D. Le conocí una noche en un concierto de Los Zigarros, era martes 13. Fue una noche de puro rock and roll. Se me cayó la púa que habían lanzado hacia mi lado y D la encontró y me la regaló. También me regaló una amplia sonrisa. La primera sonrisa que yo vi y de la cual me enamoré. Fue un rayo de luz rompiendo fuerte las paredes de mi gran agujero negro interno.Ocurrió un martes 13. D venció a mi mala suerte.

D decía de su viejo Renault que era viejo y que iba a trabajar todo el verano para ahorrar y comprarse un Seat moderno. Pero a mí me parecía un coche bonito. Tal vez porque a mí me guste lo anticuado, tal vez porque el coche fuese de color azul. Aquella noche me llevó a pasear por la playa, a lo lejos se veía el faro, y comimos helado, yo de chocolate y él de pistacho.

Mientras me acercaba a casa y yo tarareaba para mis adentros nuestra canción, había un silencio rotundo en el coche. Lo mejor de los silencios con D era que no eran incómodos, al contrario, todo a su lado era cómodo. Porque a su lado todo me era imperceptible ya que con él me hallaba como en una nube.

Aquella noche al llegar a mi casa, apagó el motor de su viejo Renault y nos miramos a los ojos. Pude ver cómo sus ojos brillaban gracias a la luz de las farolas. Aunque prefería pensar que era yo esa luz. Acercó su cabeza a la mía con toda la delicadeza del mundo y me besó en los labios.
El beso fue el estallido que rompió todas y cada una de las paredes de cristal de mi agujero negro.

Las mariposas que tenía dentro de éste, salieron a la velocidad que salen espantados los murciélagos de una cueva. Las sentía revoloteando por todo mi ser y mis luciérnagas emitían luz. Si mi piel hubiese sido transparente, habría dejado ciego a D. Os lo juro. Brillaba por dentro. Estaba notando cómo brillaba por dentro, y cómo brillaba mi corazón.

D y yo no acabamos bien. Éramos líneas paralelas que se cruzaron en un punto, en un concierto. Que siguieron viajando como líneas rectas durante un tiempo, iban al cine, comían palomitas, se reían y se besaban. Pero que de tan cerca que viajaban estas líneas se acabaron destrozando.

El infinito se hizo finito y el fin me hizo daño.
Desde D. nunca nadie me ha besado delante de todos y he creído ascender hacia el más puro Universo donde las estrellas se cogían de la mano.


Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.