Puedes decirle a esta tormenta.

Puedes decirle a esta tormenta
que se calme,
que tú tienes el nombre
de todos los relámpagos.

Puedes decirle a la lluvia
que afloje esa furia,
que deje de repiquetear
salvajemente sobre los cristales
de esta habitación vacía.

Que ya la escucho,
refunfuñir con fuerza,
pero no por ello dejas
de ocupar mi mente
como una embarcación
lenta que cruza un océano.

Puedes decirle al cielo
que no estalle como si fuese
a romperse el mundo, que no se astille,
que por más ruido que produzca
e intente impedir que no pueda oír
mis propios pensamientos no lo consigue.

Puedes decirles que paren,
porque por más que lo intenten
tu nombre va a seguir sonando
más fuerte en mi cabeza.

Porque cuando estalla tu nombre en el cielo
cuento uno, dos, tres, cuatro,
para ver si vienes y me ruges en la oreja,
y rompes las ventanas y me calas hasta el tuétano.

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