(Aunque tú nunca llegues a leer nada)

Aunque tú nunca llegues a leer nada
tengo una solución a todo esto.

Porque son las luces cambiantes de tus ojos
cuando me miran,
y el chinchín de tus mejillas
cuando se estiran y me sonríes.

Y son tus manos también,
dos faros que se alejan de mí
cuando intento llegar a puerto.

Y el fallo es mío por mirarte y no
cerrar los ojos, pero, ¿le habría dolido menos
a Salvatore no mirar el Paradiso
cuando estaba en llamas?

Yo tan sólo le encuentro una solución a todo esto.

Córtame estas manos y calcíname este corazón
que salta, ríe, baila y sueña cada vez
que no te ve lejos.

Y si mi corazón es una hoguera,
échale más gasolina para que prenda un fuego
que me calcine las vértebras,
y hasta el tuétano de los huesos.

Porque aunque tú nunca llegues a leer nada
sería la mejor solución a todo esto.

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