Aún es pronto, todavía.

Puede que a veces esté triste
por causas desconocidas,
aunque no es que sean desconocidas,
sólo es que no las quiero conocer.

Y puede que a veces,
como ahora,
tenga una hoja en blanco
sobre la que empezar a crear,
sobre la que empezar a escribir sobre ti.

Y en el fondo,
tanto quiero decir,
que tan sólo quiero lanzarme al vacío
de la hoja
para bailar sobre tus ojos.

Porque quizá hoy esté un poco triste
y la noche esté poco estrellada
y ya Neruda haya dejado de escribir
sobre el amor que se nos rompe
cuando perdemos a quien nos cura.

Y he caminado sola hacia casa,
no había nadie en los portales,
eran las doce y el frío 
yacía en mis mejillas.

Y mi estabilidad mientras tanto
se mantenía perdida,
mi mirada permanentemente ausente;
las calles mojadas
y las luces en los cristales reflejándose
en mis retinas.

Y entonces en la soledad de la calle
y en el vacío de la noche
me he dado cuenta de que nadie ve
y nadie siente,
y que entonces todos callan.

Y que yo tan sólo necesitaba tu risa;
tan sólo tus ojos en la otra esquina
como aquella tarde.

Imagina;
pero nada.

Entonces, ¿cuándo dices
que se va a fundir la hoguera
que calienta mi pecho?

Lo digo
porque soy amante de las causas perdidas
y estoy muy cansada, 
y mi cuerpo cae en la cama como quien
se desploma sobre un precipicio.

Porque a veces sí estoy triste
sólo que cierro los ojos,
y no sé si llorar o no hacerlo,
pero hoy mejor me voy antes de 
encontrar motivos...

No los vaya a encontrar pronto
y aún es pronto, todavía.

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