Hasta que volvamos a vernos, Jimmy D.

Anoche me recordaste a James Dean,
con tu pelo revuelto y algo rizado
y tu cazadora negra.

Me estabas poniendo el corazón rebelde,
pero esta vez con causa,
y esta eras tú.

Estabas frente a mí,
a veces mordiéndote los labios,
otras mirando hacia la puerta que
quedaba a mi espalda, buscando qué sé yo.
Ojalá no te hubiese hecho falta buscar
nada, por tenerme a mí delante.

Podrías haberte sentado a mi lado
pero preferiste ponerte enfrente
para que pudiera observarte mejor.

Y no sabes cuánto dolía verte
y fijarme en cada detalle,
estando tan cerca pero a la vez
tan lejos y distante.

Se te iluminaba la camisa blanca
que llevabas por dentro del jersey
azul y te olía el aliento a Budweiser
porque tus suspiros llegaban a mí
con olor.

Y para mí, aquello era como
pasear por un campo
de flores en plena primavera
o estar cerca de un bosque
cuando llueve.

Los labios debían saberte
a cerveza y ojalá hubiese
podido montar en ellos
una revolución.

Debe dolerte ser tan guapo,
pero no tanto como a mí me duele
en los ojos mirarte y perderme
en tu caos.

En tus manos que siempre están
moviéndose, ágiles,
intentando construir algo.

Se te escapó la servilleta hacia mí,
pero fuiste tan rápido que ni siquiera
me rozó. Ojalá fueras así de rápido
si mi corazón se estuviera rompiendo,
sólo para no dejar que se rompiera más
y reconstruírmelo por completo
como nuevo.

Estás tan guapo en cada cosa que haces
que ni siquiera eres consciente
de tu belleza.

Estás tan guapo bebiendo cerveza...
Me pierdo en tus labios,
en la curva de tu sonrisa y en tu forma
de coger la botella.

Y mientras construías fuertes con tus manos,
yo tan sólo deseaba que destruyeras
los míos soplando.
De verdad te dejaría.

Acaricias las botellas, ya sean verdes o rojas
como mi corazón. Acaricias sus curvas y las
dejas entre tus manos.

Ojalá yo fuera botella porque te diría:
"Bébeme. Bébeme hasta la espuma.
Bébeme hasta el último trago.
Y después, vuelve a la barra y pídeme
otra vez, pero no dejes de querer saborearme".

Y es que estás tan guapo que ni siquiera
lo sabes y piensas que vas a morir solo,
que estás cansado y ya no intentas gustar,
que ya no intentas conquistar a nadie.

Supongo que es por eso por lo que me has
gustado tanto... Prometo darte en la soledad
besos largos pero que no sentirás
porque prefiero guardar el secreto,
aunque sólo lo haya imaginado.

Anoche podrías haber mirado a cualquiera,
pero me mirabas a los ojos mientras
contabas historias. Y de algún modo
parecía que sólo me las estuvieras
contando a mí.

Yo tan sólo quería
que siguieras contándome
lo que fuera,
pero que siguieras haciéndolo.
Por eso cuando te cortaban
y te callabas, en el silencio yo
iba a por ti y te recordaba
que te habías quedado a medias...
Quería seguir escuchándote hablar,
aunque sólo fueran tonterías.

Tus labios bailan de un modo
precioso, un modo que ninguna
bailarina de ballet podría imitar.

Y después, nos dejaron solos.
Nos quedamos solos, tú y yo,
y yo pensaba que también te ibas a ir.

Pero no te fuiste y te quedaste junto
a mí. Me habría encantado
preguntarte pero
me dejabas muda.

Estabas enfrente,
de pie mientras yo te sacaba
instantáneas con la retina.

Ojalá mis ojos fueran una Polaroid,
habría gastado más de 3 carretes
sólo en aquel instante.

Te habría hecho un reportaje
fotográfico porque estabas tan
guapo que sólo así podrías ser
consciente de lo guapo que eres.

Pero tan sólo puedo hacerte
un reportaje de palabras.
Éste, que jamás te dejaré leer.

Me pregunto cómo irás vestido hoy,
si de azul, de gris o de negro azabache.
Aunque de todas maneras,
cualquier color que llevases
pegaría con este color gris cielo
sólo por llevarlo tú.

Te imagino conduciendo como un lobo
solitario hacia la ciudad lejana
en la que vas a vivir hasta dentro de meses,
sin aullarle a una luna,
que podría ser yo si tú me dejases.

Te enseñaría mis cráteres,
si quisieras viajar hasta mí
en tu nave espacial para
clavar tu bandera.

Sería el satélite de tu tierra,
y también si quisieras,
giraría alrededor de tu
corazón.

Eres chispa,
y mechero que hace arder
todas mis malas hierbas.
Y después de arder,
sólo quedan cenizas.
Esto son cenizas
de dos noches en las que creía
que no te vería
y aquí te estoy escribiendo...

Ahora sólo queda dejar que el tiempo
vuele lejos, como un pájaro libre
sin estar anclado al cielo.

Ahora sólo queda esperar...
hasta que volvamos a vernos,
Jimmy D.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Llenados y vacíos.

A ver cómo te digo.