Un lunar ahí, justo ahí.
Siempre has tenido un lunar ahí,
justo ahí. Ahí mismo.
Un lunar pequeño, tan pequeño
que podría meterlo en un bolsillo
y pasearlo por todo Madrid,
para que todos pudiesen acariciarlo
y hacerle cumplidos.
Siempre has tenido un lunar ahí,
justo ahí, en el centro de tu muslo
izquierdo como si fuera el rey
del equilibrio. En el centro,
como si fuera el Ecuador.
Intento rozarlo y siempre que busco
tus piernas, lo busco como si fuera
un botón.
El botón que hiciera que me quisieras,
el botón a través del cual pudieras
entregarme tu corazón.
Siempre has tenido otro lunar ahí, justo ahí.
Algo más abajo de tu ojo izquierdo
como si estuviera orbitando alrededor.
Un lunar a la altura media
de tu ojo izquierdo y tu boca;
como si quisiera controlar
lo que ves y lo que con tus labios tocas.
Desconozco la localización del resto de lunares
de tu anatomía porque sólo muestras
lo que quieres que vean de ti. Pero si los viera todos,
que son pocos, te diría que tienes un lunar ahí,
justo ahí.
Escondes media cara, tu parte derecha
como si perteneciera a la otra cara de la Luna
que siempre está escondida para que no la
descubran.
Escondes el resto de lunares por debajo
de la ropa y los secretos por debajo de la piel,
pero si pudiera aprenderme tus pocos lunares
de memoria, me los aprendería como si tu piel
se tratara de un libro de astronomía.
Y te diría que tienes un lunar ahí,
justo ahí. Encima de la boca,
y entonces te besaría.
justo ahí. Ahí mismo.
Un lunar pequeño, tan pequeño
que podría meterlo en un bolsillo
y pasearlo por todo Madrid,
para que todos pudiesen acariciarlo
y hacerle cumplidos.
Siempre has tenido un lunar ahí,
justo ahí, en el centro de tu muslo
izquierdo como si fuera el rey
del equilibrio. En el centro,
como si fuera el Ecuador.
Intento rozarlo y siempre que busco
tus piernas, lo busco como si fuera
un botón.
El botón que hiciera que me quisieras,
el botón a través del cual pudieras
entregarme tu corazón.
Siempre has tenido otro lunar ahí, justo ahí.
Algo más abajo de tu ojo izquierdo
como si estuviera orbitando alrededor.
Un lunar a la altura media
de tu ojo izquierdo y tu boca;
como si quisiera controlar
lo que ves y lo que con tus labios tocas.
Desconozco la localización del resto de lunares
de tu anatomía porque sólo muestras
lo que quieres que vean de ti. Pero si los viera todos,
que son pocos, te diría que tienes un lunar ahí,
justo ahí.
Escondes media cara, tu parte derecha
como si perteneciera a la otra cara de la Luna
que siempre está escondida para que no la
descubran.
Escondes el resto de lunares por debajo
de la ropa y los secretos por debajo de la piel,
pero si pudiera aprenderme tus pocos lunares
de memoria, me los aprendería como si tu piel
se tratara de un libro de astronomía.
Y te diría que tienes un lunar ahí,
justo ahí. Encima de la boca,
y entonces te besaría.
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