Octubre.

"No te echaré de menos ni te recordaré 
cuando el frío cese.
No dejaré que me mates ni 
te traeré de vuelta. 
No puedes colarte y anclarte. 
No puedes herirme
ni quiero que lo intentes.
Ahora ya no es tu
mente."


La llaman Octubre,
porque el otoño no llega
hasta que ella no aparece.

Porque cada vez que pasa por
debajo de los árboles, éstos
tiemblan y hacen caer sus hojas
para poder tocar su piel.

El otoño sólo viene
cuando ella está presente,
y sueña con hacer con ella
lo que la primavera de Neruda
hace con sus cerezos.
Florecer.

La llaman Octubre porque es
el último beso, el último amor
y el último suspiro de septiembre.

El último baño en el mar,
el último polvo entre arena y
sal y el último trago de cerveza
sin penas ni preocupaciones.

La llaman Octubre
porque da pánico verla caminar
sobre el calendario,
llevándose los dedos a la boca
con descaro y riéndose de
que no la vas a poder olvidar.

La llaman Octubre porque sus
raíces se agarran a tu voz,
se desnuda en tu cama
y al despertar salta por la ventana
llenando de frío todo lo que antes
había sido calor.

Es el último concierto al que has ido,
la última lágrima que empapa la almohada,
el último grito que llega a escalofrío y
las cosquillas bajo la piel.

Es la hora que se retrasa
del reloj de sus labios
para poder besarla durante
una hora más y que no hayan
avanzado las horas.

Es el mar agitado lleno de olas,
los barcos hundidos antes de
llegar la calma y
las miradas que se clavan
como un puñal.

La llaman Octubre
pero antes, era considerada
Septiembre. La joya
dorada del Sol, la luz
del faro que ilumina
a los marineros
en las tormentas.

El viento juega con su pelo
mientras duerme,
y sueña con ser algún día
Noviembre.

O todos los meses del año,
bailando sobre el calendario
mientras la lluvia repiquetea
en los cristales,
los pájaros pían,
las flores florecen
y vuelve de nuevo el
verano.


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