Carta a destinatario cero.

"Algunos días pesan más que otros porque 
ahora pesan lo que un día los otros 
no pesaron."

Me besaste de película y todavía me sabe la boca a ciencia ficción.
Hueles a cine western, a novela antigua, a libro nuevo y a la película
en blanco y negro que nadie olvida por mucho que pase el tiempo.

Bailo sola y me falta vida entre las manos en esta habitación. A oscuras.
El vinilo sigue girando y la aguja danza de forma suave a medida que va avanzando la música.
Se forma un abismo en el suelo que quiere engullirme cada vez que aparece el silencio entre canción y canción.
Les hablo a las mariposas, huelo las flores y me pincho con las espinas porque así es como recuerdo el amor que nunca he sentido, pero que tanto he visto sobre los adoquines o desde las ventanas. Como dolor y sufrimiento inestable pero inamovible. Con una sonrisa en los labios cuando la gota de sangre aparece que es saboreada por otros labios y desaparece con unas cosquillas en el dedo y un beso en la frente.

A veces, imagino que vives dentro de un carrusel o una espiral dentro de mi cabeza. Y tan sólo quiero que salgas disparado lejos de mí mientras el vinilo sigue sonando y yo sigo bailando, sola, en la azotea. A lo lejos tilila una luz tenue que cada vez va ganando más intensidad y fuerza. Soy yo olvidándote, con sutileza. A veces, te susurro en sueños palabras que deberías oír y las dejo volar con el aire por si aterrizan en tu almohada.

Te confesaré un secreto. Las noches sin ti son imposibles porque aunque sentir duela, no sentir duele el doble elevado al infierno. Siento que estás en un carrusel en mi cabeza dando vueltas todo el tiempo y voy a abrir las ventanas para que te marches con el viento.

Tú ya no puedes hacerme daño, porque los peores daños son los que cada uno se hace a sí mismo.
Así que, ábreme... Ábreme en canal despacio.
Mira a ver si hay algo... ¿Ves algo?
Ah sí, un corazón negro carbón lleno de cenizas. El réquiem de que no piensas volver.

Contigo aprendí que los imposibles y los nuncas vencieron a mis posibles siempres. En mi vida, para siempre es para nunca porque nunca nadie es imposible, siempre. Por eso agarro el tiempo que se va entre suspiros cuando me encuentro perdida, cuando no encuentro mi lugar en el mundo ni el motivo por el que sigo viva.


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