Miedo a perder el corazón.

Me gustan los días grises y estar un poco triste
cuando no estás tú.

Me gustan las tormentas aunque a veces me aterran.
Me dan miedo sus relámpagos, sus gritos estridentes
y el eco que impide que se escuche mi voz.

Me gusta recordarte y sentirte cálido en mi pecho,
latente desfilando por mis venas sin dirección. 

Me gusta echarte de menos
y no me gusta beber café si no tiene el mismo color que tus ojos.

Me gusta sentirte aunque me duela, porque no le tengo miedo al dolor.
No tuve miedo a perderte y lo hice. Y entonces, me entraron los miedos.

Ahora me aterra perder lo que siento por ti,
incluso me aterra querer hacerlo.

Me da miedo quedarme vacía, tanto de ojos como de corazón. 
Tengo miedo a dejar de escribirte en todas las paredes de mi mente,
me da miedo recordar tu nombre y no notar pinchazos.
Me da miedo que no me importe deshacer nuestros lazos.

Tengo miedo de perderte en cualquier renglón,
o en cualquier esquina doblada de libro y no recordar el motivo.
No recordar qué tenías de importante para calarme como a un coche
y quedarme estancada sin moverme de mi sitio.

Tengo miedo de encontrarte en un punto final y no llorar,
despedirme de verdad y no volverte a descubrir 
en los silencios ni en los gestos de los desconocidos.

Me aterra tener tantos miedos,
y a la vez me gusta porque conociéndolos
sé cómo no cometer los errores que puedan llegar a acentuarlos.
Y para ser francos, también me gustas tú.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.