Curvas.

Ella tiene las mejores curvas que he visto en toda mi vida
porque sus curvas son de esas que descolocan
los huesos, los sentimientos y las ganas de aquel que las mira,
y en su mente las toca o intenta hacerlo.

De esas curvas que han tenido que provocar la muerte
de un sinfín de conductores al estrellarse por haberse quedado
embobados intentando imaginarse una noche a su lado paseando
sus manos por ellas y/o acariciándolas despacio.

De esas curvas que descolocan tanto que tienes que volver
a pasar por ellas para recolocarte los órganos.
De esas que despeinan y te dejan el corazón a mil por hora
hiperventilando.

Y una vez te recolocas, sientes la necesidad de volver a descolocarte
y recolocarte mil veces. Así es la magia de sus curvas. Así es Ella.

Sientes las ansias de pasar por sus curvas y perderte,
y encontrarte, y besarlas y morderlas.

Y salirte de sus cuvas, estrellarte y suicidarte en su pecho
atravesando su caja torácica y entrando en su corazón.

Y volverte a colocar buscando el mejor lugar,
el mejor asiento de la atracción.


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