Hiroshima y Nagasaki.

Esta mañana me he despertado soñando contigo,
he cerrado los ojos muy fuerte pensando en
ti y en mí y se ha cumplido.

Te daba besos en la cara y por último en los labios
como el señor Darcy a Elizabeth en la última
escena, eliminada, de Orgullo y Prejuicio
que tanto me marcó cuando la vi.

Recuerdo cuando dijiste que eras mi peor pesadilla,
y no sé si algún día lo serás, pero hasta entonces
siempre has sido mi mejor sueño.

Me has llegado muy hondo, tan hondo,
que odiarte sería odiarme a mí misma.
Te has clavado en mis huesos,
has atravesado mi alma y te has encerrado
dentro de mi corazón, cerrando por dentro.

Eres como Hiroshima, por no decir que lo eres.
Todo el dolor se ha quedado guardado en cofres
cerrados bajo llave. Los recuerdos están a punto de florecer
con las lluvias de abril.

Igual que Hiroshima hirió a sus habitantes,
tú heriste con tu bomba atómica mi corazón y
te refugiaste entre mis costillas,
como si fueras inocente siendo un cobarde.

Sacaron los periódicos la historia a la luz,
preguntaron todos los periodistas.
Nos bombardearon con flashes suicidas que culminaban
en nuestras pupilas convirtiéndose en fuegos artificiales
o estrellas fugaces destinadas a ser cenizas.

Fue tan efímero que estaré soñando contigo
hasta que no recuerde cómo se respira sin tu aire,
porque en los sueños hay más vida que en la propia vida real.
De ahí que en unas pocas horas te sucedan cosas maravillosas
y en la vida real te cueste días vivir una.

Fue tan efímero que no tendrá funeral,
pero vestiré de negro para que la ocasión lo requiera.

Bailaremos descalzos sobre el asfalto,
dejaremos de mirarnos durante unos minutos
para tumbarnos como Noah y Allie en el centro
de la calle cortada, pondremos los ojos fijos en el cambio
de color de los semáforos y nos levantaremos
de un salto con el corazón excitado.

Creeremos que vamos a morir atropellados
y nos reiremos por idiotas. Desde ese instante,
empezarás a quererme y yo no querré dejarte de querer.
Compartiremos sueño y madrugada.

Siempre he creído que me salvarías la vida,
sin saber que la vida podría llegar a ser sueño.

Y aunque ahora seamos imposibles,
me hace feliz seguir soñando contigo
y que aún me sigas buscando para llamarme.
 entre susurros, Nagasaki y yo te siga considerando mi
Hiroshima.


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