Nada, salvo ésto.

Hay momentos en los que uno se siente
tan insignificante que teme que al respirar
comience a evaporarse,
y nadie legue a tiempo y desaparezca.

Y al fin y al cabo, después de ese sentimiento,
después de esa sensación... No significará nada.
Absolutamente nada.

Salvo polvo en suspensión que nadie ve 
si no pone los ojos.Y ya nadie los usa... 
Los llevan como cuencas vacías, como simples adornos.

Y todo se resume en absolutamente nada,
porque dejas de importar. ¿Porque acaso importaste
en algún otro momento?

Y te resquebrajas y te escondes como un atardecer
entre las ramas. Y ya no queda nada, salvo ésto.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.