Lo nuestro que no es nuestro.

Las horas y los recuerdos van de la mano
cuando cae la noche; dudo de si estoy soñando,
sé que estoy despierta.

Mis ojos no te ven y se entrecierran;
mi mente mientras tanto dibuja mecanismos
de retorno que me lleven hasta ti.

Intento desenredarme de tus brazos, de tu pelo,
de tu cuerpo, de tu boca. Dejando de pensarte,
de buscarte, de escribirte, de mirarte creyendo
que no pasar por tu lado es síntoma de olvido.

Acabo matando mis ganas. Se me empieza
a apagar toda la luz.

Se me agota el sentir, aunque no del todo.
Siempre queda ese poso que provoca reacciones
en cadena si se dan los encuentros, que hacen que me tiemblen
incluso las pestañas por tu voz.

Pero supongo que lo nuestro, que no es nuestro,
que es más mío y sólo mío, y es mío por temor al abandono;
por no querer abandonar algo que ha nacido entre malezas...

Algo que es digno de título largo de libro,
de esos en los que la lengua coge carrerilla...

Supongo que tiene un fin, pero no sé dónde está.
Y tampoco sé si quiero que lo tenga.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.