También esto es mentira.

Me he cansado de ti, de tus ojos y pestañas
kilométricas. De tus manos de hombre
y de tu ilusión de niño. De tus idas y venidas
que siempre me pillan con el corazón desprevenido.

Me he cansado de tu ausencia inconfundible,
de tus manías, de mis ganas por tus abrazos,
de tus labios lejanos y también de tus silencios.

Me he cansado de tu ropa, del arte de tus dedos,
del lunar que tienes de satélite en la mirada,
del resto de lunares que desconozco
y de tu poder para estar en mi garganta,
en mi hígado, en mis pulmones, en mi caja torácica.
Y sobre todo en mi corazón.

Me he cansado de buscarte por todos los sitios
y de no encontrarte nunca. Me he cansado de no
poder olvidarte y de que tú lo hagas. De quererte
y que me duela. Me he cansado de odiarte,
pero no te odio.

Me he cansado de ti,
y es mentira porque no puedo dejarte por imposible.
Tampoco es que quiera, tampoco sé si me entiendes,
tampoco sé si deberías.

Me he cansado de todas tus canciones,
tus camisas, tu poder para salvar mi mundo
con disfraz de superhéroe y sobre todo de tu voz.

Me he cansado de querer llamarte y escribirte,
de querer hablarte todo el tiempo,
de querer situarte en mi futuro,
de no poder en mi presente,
de haberte perdido en el pasado por culpa de los dos.

Me he cansado de soñarte,
de pensarte y de vivirte en cada acorde,
de imaginarte acostado en mis cicatrices,
de creer que podrías salvarme
y pensar que sabrías curarme las heridas.

Me he cansado de querer rodearte con los brazos,
de tenerte anclado a mis pupilas,
de que no estés porque todo sería distinto
y de que me alivie que existas.

También esto es mentira.

Todo esto es mentira,
porque te odio todo lo que no puedo odiarte.
Y no es ni siquiera un poco.
Como diría Shakespeare, nada en absoluto.


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