Aunque nunca estés.

Odio querer hablarte en todo momento,
querer saber de ti, cómo estás,
qué llevas puesto, si te acuerdas de mí,
si me echas de menos.

Odio querer saber dónde estás,
si te gustaría que estuviera allí,
si me necesitas al despertar
y me sientes al dormir.

Odio quererte escribir y que tú no me quieras leer.
Odio que sepas vivir sin mí y que no te lastime
mi ausencia.

Y aunque odie escribirte, no quiero que te vayas
porque no quiero dejar de hacerlo.

Porque me despiertas y me acuestas, me conmueves,
me haces pensar, querer, sentir. Te despides sin palabras
con todo lo que no te puedo decir en los labios,
y dejándome las ganas en las yemas de los dedos.

Y por eso nunca quiero que te vayas.
Y por eso no quiero dejar de hacerlo.

Porque prefiero que te quedes...
Aunque nunca estés.

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