No te darías ni cuenta.

Podría dedicarte toda una carrera discográfica
de principio a fin que siguiese toda mi trayectoria
de joven a vieja.

Podría dedicarte tantos libros que podría empapelar
paredes, e incluso ciudades enteras. Llenar bibliotecas,
y aún así, no te darías ni cuenta.

Podría escribirte un poema sobre que nunca podré ver tus lunares.
Ni podrán mis dedos caminar por tus clavículas,
ni por tus costillas, ni por tu esternón. Que no podré tatuarte el alma
con mis huellas ni besarte las ojeras.

Podría escribirte una canción sobre que no podré hacer que
se te marquen los paréntesis de la sonrisa, ni cogerte de los mofletes,
ni contarte las pecas ni verte sonreír.

Podría susurrarte en sueños cada noche que tiemblo por la imposibilidad
que supone tenerte y la facilidad de quererte hasta morir.

Podría cantarte que nunca podré esconderme en tu ombligo,
ni podrán protegerme tus manos ni podré llamarte mi hogar.
Que nunca sabré a qué te saben los labios, ni cuántos besos mides
ni cuántos segundos de aguante pesas sin hacer muecas ni rechistar.

Podría decirle al rey que en el discurso de fin de año, hiciera un inciso
y dijera que te has agarrado con grapas, uñas, dientes y cinta adhesiva
a mi corazón.

Podría, pero no lo haré, porque aún así no te darías ni cuenta.
Siempre vas a estar lejos, pero aún sin hablarme, aún mucho más lejos
todavía.

Podría hacerlo todo, y mucho más aún podría, pero no te darías ni cuenta.

No quiero que por ti sea el hit del año ni el libro perfecto. No te lo merecerías.
Tu estrella está demasiado lejos de mi ventana, tanto que aunque la abra entera 
no entra. Y si no vas a entrar, mejor te espero en silencio; porque hace mucho
que atravieso cristales con la voz y acabo con los nudillos ensangrentados 
por querértelo decir. Y aún así, no sé cómo lo haces, pero no te das ni cuenta.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.