Ojalá hubiésemos sido niños juntos.

Ojalá te hubiera conocido de pequeña,
y ojalá nos hubiéramos conocido, cuerpo a cuerpo,
poco a poco, a medida que íbamos creciendo.

Ojalá hubiera podido construirte una casa del árbol en mi caja torácica,
porque habría sido mejor que la que desean todos los niños cuando son pequeños,
porque este árbol habría crecido entre mis costillas,
cubriéndome con el paso del tiempo el corazón con todas sus ramas.

Ojalá nos hubiéramos conocido siendo unos niños inocentes.
Empezando a devorarnos como si fuéramos el postre o la merienda,
como fruta fresca joven, aún inmadura, sin saber que al llegar a adolescentes
ya nos habríamos convertido en nuestro plato principal y preferido.

Ojalá hubiera paseado con la señal de tus colmillos
como si se tratara del mejor tatuaje obtenido en una bolsa de patatas.
Como si tus colmillos fueran la bandera, tú el astronauta y yo la luna.
Me habrías conquistado hasta las trancas.

Ojalá hubieras sido mi verano y mi invierno.
Mi mejor año; y poder alargarte los años siguientes
hasta que no diésemos para más.

Ojalá hubieras sido el verano de aprender a montar en bicicleta
en el pueblo de nuestros padres, agarrados de la mano.
El verano de caerme y estar sangrando y no llorar
porque tú me besarías las heridas y me protegerías las rodillas de los arañazos.

Ojalá te hubiera conocido de pequeña y hubiera crecido a tu lado
para no echarte tanto de menos de mayor.

Recordaría el día en el que pasamos a ser algo más de lo que éramos.
Recordaría que todos nos llamaban amigos,
y nosotros a escondidas nos reíamos por ser cómplices amantes.

Recordaría el no saber lo que era un beso ni mucho menos lo que era el amor,
pero sentir algo muy fuerte en el pecho y al verte cruzar mi puerta
sentir el aire de mis pulmones marcharse contigo. Sentir faltarme la respiración.

Recordaría que las piedras no nos dolían en las manos cuando nos caíamos,
pero sí la distancia cuando separaba de noche nuestros cuerpos noctámbulos.

Recordaría nuestros encuentros en la playa de madrugada a escondidas
y las miradas de los abuelos de reojo.

Recordaría lamerte los labios después de comer sandía
como si fueran éstos el mejor helado jamás comprado
en ningún chiringuito de playa.

Recordaría nuestro primer beso a oscuras en el porche de tu casa
cuando todos creían que nos estábamos despidiendo,
siendo aún dos niños que sabían muy bien lo que sentían el uno por el otro.

Recordaría bailar hasta que dejaran de dolernos las rodillas y los tobillos.
También recordaría abalanzarme sobre tu cuerpo frío como si me estuviera adentrando
en el agua como remedio al quemazón provocado por la arena de la playa
en plenos meses de julio y agosto.

Te recordaría soplándome el flequillo y las pestañas haciendo volar todos mis deseos
siendo el mejor ventilador comprado jamás en ningún chino.

Recordaría la primera vez de posar los pies en tu espalda
y andar como si se tratara de la alfombra roja de Hollywood yendo desnuda
porque para ti era el vestido que me hacía más guapa.

Recordaría tus primeras caricias, tus primeros pasos sobre mi cuerpo
como si éste fuera el mapa descubierto dentro de un cofre
y tú fueras pirata además de explorador.

Ojalá te hubiera ido conociendo con el tiempo,
y no desconociendo,
que es lo que acabó ocurriendo...

Así es la vida
pero ojalá hubiésemos sido niños juntos.

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