Las palabras suficientes.

No pretendo contarte cuántas películas de amor he visto,
ni cuánto me gusta el sonido
de la palabra "corazón" en los labios,
ni cuánto me gustan tus manos
cuando sostienen cosas como juegos o libros
con cuidado.

No quiero escribirte algo que te aburra,
pero sí quizá que después te duerma
y te envuelva con susurros delicados,
y que un abrazo fuerte te proteja el pecho
y te acaricie las pestañas una a una.

No voy a escribirte
porque posiblemente ya lo sepas,
que soy una romántica
a la que se le van las manos,
que me gusta el amor con todas sus letras
y me hace sonreír lo más fugaz y mínimo
que me recorre la columna.

Y es por eso que imagino que en algún lado
alguien desde la librería
con tan sólo canciones
está intentando contar algo.

A alguien que escucha y sonríe,
pero no se da ni cuenta,
de que todas las canciones que le gustan
una tras una, cogiditas de la mano,
forman una frase que quizá lo resume todo.

A veces, tan sólo -y no es poco-,
un quiero besarte.
Otras, quizá,
un te quiero, aunque no lo sepas.

Un me gustaría que te quedases a dormir esta noche
si pudieras,
o un no puedo olvidarte,
y cuando te vas me pongo un poco tonto;

o que verte justo ahora
camuflada entre los géneros literarios
desfilando con tus manos por las páginas
de libros huérfanos
que buscan un hogar que los acoja,
me destapa una sonrisa
que guardo siempre bajo una manga
de uno de estos brazos
que tan sólo desean envolverte,

y que también te sienten lejos;
a veces distante
y otras tan tuya.

Es por eso que imagino
que alguien lo intenta;
algo que de la voz no le sale,
o algo que le vibra,
algo que le tiembla entre las cuerdas vocales
y que no descansa en el pecho
porque revolotea sin descanso.

Que con tan sólo canciones y sus letras,
sus títulos, sus ritmos..., podría conseguirlo.

Me preguntas, entonces, por una,
y aunque no pretenda
contarte algo que no sepa decirte
porque ya te digo demasiado...

Es cierto que algunas noches
debajo del brazo llevas la luna,
aunque nadie te persiga,
cuando buscas pececillos.

Y aunque no pretenda explicarte
cómo me late el pecho cuando sé que voy a verte,
porque a veces es como si llevase un animal pequeñito
preparándose para una maratón
como aquel que se regocijaba en tus manos,

quiero contarte que tu voz es manta y alfombra,
es puerta abierta y nube,
y mis latidos bajan como deslizándose,
quizá para estar más cerca de los tuyos.

Que tu risa debería tener una acepción
en los diccionarios,
eso lo supe desde el primer momento,
y que me gustas,
no te lo voy a negar esta noche.

Porque eres calma
como si fueras música,
y porque eres abrazos y besos
sobre todo cuando durante un instante
todo se resume en tu mano y la mía.

Tan sólo
aunque ya me esté alargando
como siempre,
quiero decirte que empiezo a ser consciente
de que a diferencia de lo que antes ya he vivido,

que no he vivido tantas vidas, sólo una,
y a veces creo que si lo miro con otros ojos
quizá sólo un cacho,
y aún menos todavía.

Que contigo va a ser distinto
aunque no lo sepas
hasta ahora,

que contigo viviré más de lo que escriba
porque siento que no le encontraré
a lo sentido,
a esto que en mi pecho se agita,
las palabras suficientes.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.