Existes.

Existes,
y por eso no tengo que imaginarte
y por eso agradezco que existas.

Porque eres palpable
y en tu tacto encuentro colinas
y bosques de encinas
y muchos peleteros vestidos de otoño
con las hojas tan rojas como el fuego
que reside en ti.

A lo lejos cuando me tocas
veo el mar
y cuando me pintas besos lentos en la cara y en el cuello
siento que las olas acarician mis pies en la orilla.

No necesito imaginar tu olor
porque lo recojo en mis manos
haciendo con ellas un cuenco,
como si tu olor fuese agua y se lo llevase
a cien canarios sedientos
que me miran con tus ojos.

Porque así me encuentro a mí
cuando me duermo con tu aroma
en mis muñecas
y cierro los ojos y siento que te siento,
que tu cuello está a milímetros de mi boca,
que tus manos están a un suspiro
de encontrarse con mis manos.

Así me encuentro entre las sábanas a mí,
como una niña feliz
en su cama-nido por tu culpa;
aunque la única culpa que tienes
es cubrirme el pecho de flores en pleno otoño,
cuando los árboles caduca se desnudan
y las hojas se dejan ver por dentro
casi invisibles.

Menos mal que existes
y no tengo que imaginarte
porque si tuviese que hacerlo
tan sólo me quedaría en el principio
de ti,
donde empiezan tu suaves yemas de los dedos
y tu caliente corazón.

No podría calcarte ni tan sólo un poco,
la ternura de tu cara cuando cierras los ojos
y parece que duermes
y reside en ti la paz del mundo,
como si con tan sólo tu silencio
ya no existiesen más guerras
ni niños tristes.

No podría ni calcarte feroz
cuando con tus dientes de carnívoro
te aferras a mi piel
para bajar las ganas que se aumentan
en cada pulsación.

No podría imaginarte tan bien ni siquiera
desatándome los miedos,
ni cómo deslizas para apartar
las inseguridades de mi boca.

Y si tuviese que imaginarte
no pensaría que suenan canciones mientras te beso,
y nunca habría podido imaginarme
que tus labios podrían llegar a ser hogar,
a hacerme sentir en casa
con el pijama puesto y en total comodidad.

No sabría calcar tus caricias
ni mucho menos tus abrazos
cuando estamos tan pegados
que podríamos cosernos.

Menos mal que existes
y esto no es un sueño,
aunque algo más debo decirte...

Me siguen faltando palabras
para describirte
aunque existas.

Y es por eso,
porque existes
y no hay dos como tú,
aunque me gustaría tener al tú más real
siempre cerca.

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