Una guitarra llena de diamantes y una sonrisa llena de recuerdos.

Un día me encontré una guitarra llena de diamantes en el escaparate de una tienda de música y me recordó a ti, cuando querías comprarme todos los diamantes del mundo y yo te decía que mi mejor diamante eras tú. No te lo creías, pero con un diamante de verdad no te puedes perder porque siempre estarás pendiente de si se pierde él más que tú. Y si ocurre eso, entonces sí que estás verdaderamente perdido. Y solo.

Pero contigo me habría perdido por todos los lugares del mundo y sólo tendría que estar pendiente de la fuerza con la que me estarías cogiendo la mano. Y recordé entonces tu sonrisa. Esa que me enseñabas siempre cada vez que sacabas tu guitarra y me mostrabas lo que acababas de componer. Era preciosa. Era una sonrisa desnuda, pues lo habías vuelto a hacer...Te habías vuelto a desnudar una vez más, y no hablo de haberte quitado la ropa. Estabas vestido y a la vez desnudo ante mí. Siempre como la primera vez. Te daba miedo mostrarme una canción que no me gustase. No sé por qué, tocabas de maravilla... Ahora lo harás mejor...

Recordar tus medias sonrisas me llenó medio corazón, aquella mitad que sólo nos pertenece a medias, ya sabes, según mi teoría cardiorromántica... aquella que te conté una noche cuando no podías dormir y no querías contar estrellas...

Me llenó medio corazón tu sonrisa llena de recuerdos...

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.