Si te escribo.

Hoy lo tengo claro:

Si te escribo
es para ordenar el caos
que me provocas.

Para observar mis sentimientos,
palparlos, manosearlos
y organizarlos en cajitas de colores.

Todo lo que me gustas
y te escribo con estas tripas
que vibran por tu mirada
lo guardo en una caja roja,
por el rojo de mi sangre.

Las veces que te sueño,
e imagino que vienes,
o que me hablas,
o tan sólo me miras
lo guardo en una caja azul;
quizá no haga falta decir por qué,
así como el mar y el cielo.

Todo lo que me duele
porque nunca seremos nosotros,
nunca habrá un cuándo,
un dónde, una costumbre,
un valor incalculable,
un primer beso,
un primer tacto que hace
que nos crezcan flores
en el pecho,

lo guardo en cajas grises,
aunque sé que no será
el color definitivo.

Lo será mientras rocen
y escuezan y arañen y agarren
y puncen y estrujen.

Mientras sigan haciendo
que me tiemble la voz,
el pulso, me falte la respiración
y todo me dé vueltas
porque tú estás en el centro
del equilibrio.

Cuando se tapicen de olvido,
de calma, de cicatriz,
encontrarán su color.

Todo lo que no me dices
lo que no me muestras
ni demuestras
lo guardo dobladito en una caja verde,
por la suerte y esperanza
por que algún día
no necesite oírlo ni sentirlo.

También hay cajas amarillas,
del color del sol y la luz,
y ahí sólo podría guardar
cuánto me quieres.

Pero no va a pasarnos,
eso hoy lo tengo claro,
más que nunca.

Si te escribo es para hacerme libre,
verme libre,viva, desnuda como un sendero
rodeado de árboles y pájaros que pían entre las ramas,
hierba verde y el mar de fondo a unos pasos desde la última tabla
de madera.

Si te escribo no es para que me leas,
ni mucho menos que me beses;
ni siquiera para florecer en ti una ilusión
inventada por la conexión de mis letras
y la pasión desprendida en el momento
en que los ojos se cruzan y ya no pueden dejar de verse.

Mis textos,
que puede que sean cartas sin remitente,
no son semillas para sembrar entre tus costillas.

No escribo para ti,
escribo por y sólo para mí;
hoy lo tengo más claro que nunca.

Puede que seas cómplice,
que seas motivo,
seas fuego y calor,
bocanada de aire,
taquicardia, pálpito, flecha
y sustento en forma de miradas
y de abrazos.

Pero no escribo para gustarte
ni para que un día comprendas
cuánto sentí por ti por dentro.

Escribo para verme libre,
para hacerme libre,
porque me quiero sintiendo,
gritando con las manos,
valiente por mirarle fijamente al tiempo
y al olvido para que no me mezas
como si fueras viento
y yo una hoja seca de otoño
que caí en la calle.

Si te escribo
es para quererme;
nunca lo he tenido tan claro.

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