Siempre estás conmigo, pero este día te sentí muy fuerte.

Hoy volví a la infancia,
a tus manos,
a corretear por las escaleras de la casa,
a saltar sobre las camas,
a cruzar el jardín,
a sentarme en la puerta,
a mirar por la ventana,
a pasear por las calles hasta llegar a la plaza,
al bar de la esquina,
al paseo por la ría,
al camino al cementerio
donde te lloré, a tu cuerpo y tus huesos,
la última vez. Sobre todo en aquel febrero
y los años que siguieron,
y que siguen a mi lado
mientras tú también estás conmigo,
que yo lo siento.

Hoy volví a la infancia
y te sentí muy fuerte en mi pecho.
Cuando pronuncio o alguien pronuncia la palabra.

Hoy te he sentido tan fuerte,
aquellos días, tu acento,
tus gestos, el cariño que en nosotras depositabas,
que regabas con miradas, aunque ausentes,
y besos, los primeros, cuando aún pisábamos aquel portal
y tú me hacías la pregunta y yo no llegaba a la altura
de la cerradura.

Que hoy te he sentido conmigo de nuevo,
como si estuvieras de veras,
y lo necesitaba.



A mi abuelo Enrique,
un 31 de julio de 2017, dando una vuelta en coche por San Juan de la Arena (Asturias).


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