No te esperaba.

Yo no te esperaba,
y nada me recorría el cuerpo
con los pies descalzos,
ni un leve escalofrío,
ni un nerviosismo insoportable
ni insectos revoloteándome hasta
la garganta.

Yo no te esperaba
porque muchas veces te he esperado;
he imaginado tu sombra,
tu cuerpo sentado,
tu espalda, tus ojos entre las luces
del fondo, porque mi mirada
siempre te busca
aunque sepa que no vas a estar.

Y deseé arrancarme el minutero
y las agujas
y tu presencia de mi pecho,
y esto último no pude,
y lo otro tampoco; pero esa noche
yo no te esperaba porque habría jurado
que la vida no nos iba a juntar tan pronto.

Pero de pronto,
bajaste los peldaños
y te cruzaste de frente
y nuestras miradas chocaron
y no recuerdo nada más,
si nuestras sonrisas también;
y nuestras almas.

Mi cuerpo se movía por mí
automatizado hacia tus brazos,
yo entonces no era del todo consciente.

Recuerdo que te abracé
como si fuese una niña
y tú fueras mi héroe,
como si me hubieses salvado
y encontrado tras haber estar
meses perdida.

Y aún inconsciente te llené
los oídos de susurros tristes
porque tenía el corazón encogido,
y derritiéndose.

Entonces,
me sobresalta el corazón
por el reencuentro de nuestras bocas
precipitadas por bordearse.

Tus labios apurando el paso
hacia mis mejillas,
y mis labios queriendo cubrirte de besos,
de al menos un beso,
y no quedarse con las ganas.

Mis manos acudiendo a tu barba,
tan cerca de tu boca;
entonces mi corazón sufre una descarga;
vuelve a funcionar,
eres su gasolina.

Eres el motor que lo mueve,
el desfibrilador, mis taquicardias;
mientras te miraba a los ojos
e intentaba encontrar la calma
en tus pupilas.

Deseo parar el tiempo,
hacer que funcione a cámara lenta
para deleitar el aleteo de tus pestañas,
la elasticidad de tus comisuras
y mejillas.

Hacer eterno el instante,
inmortalizar tu olor,
tus abrazos de refugio,
tu voz y tus pupilas
clavadas en mis iris.

Porque yo no te esperaba
y hubiese querido quedarme contigo
toda la noche.

Pero como siempre,
lo último que compartimos es un
triste "cuídate",
por no saber cuidarnos
mutuamente
aunque yo sí quiera.

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