En el borde de los labios.
Algunas veces me he dado cuenta
de que tienes una canción en el borde de los labios.
Dulce y cálida, como me noto yo cuando me envuelves,
haciéndome sentir como un murciélago en su cueva.
Tu boca me mira y se relame como si fuese una orilla
sacudida por las olas, y yo me dejo llevar en los silencios
que nos unen.
En el reflejo de tus labios veo unos dedos que se mueven
como arañas mientras bailan sobre las teclas de un piano;
mientras un río suena dentro de ti.
Cuando me miras empieza a fluir desde tus ojos hasta tu pecho,
y se esparce por tu corazón que es mi montaña.
Humedece tu naturaleza y huele a lluvia,
y a una mezcla de lavanda y jazmín.
A veces al cerrar los ojos veo cómo el río fluye y
se desliza con musicalidad por las venas de tus brazos,
que van a parar en mí cuando cruzas por mis sueños
como esta madrugada.
Sentí mucho no haberte besado aquella noche
cuando te brillaban tanto los ojos;
por eso esta noche, que estabas tan tierno y me mirabas,
me he acercado a tu boca para oír tus latidos.
Y tus labios han ido al encuentro de los míos,
y se han fundido en un tiempo breve,
pero tan dulce como la miel.
Yo deseaba invertir mis ahorros y mi suerte
en abrazos y caricias para ti.
Tú mientras me hablabas con los ojos,
con esa mirada que no necesita palabras,
que me llega como una carta escrita a mano
directa al buzón de mi corazón.
He escuchado tu canción mientras te he besado,
y aunque no te cumplas,
gracias por estar tan tierno antes de que yo
abriese los ojos y el día comenzara.
de que tienes una canción en el borde de los labios.
Dulce y cálida, como me noto yo cuando me envuelves,
haciéndome sentir como un murciélago en su cueva.
Tu boca me mira y se relame como si fuese una orilla
sacudida por las olas, y yo me dejo llevar en los silencios
que nos unen.
En el reflejo de tus labios veo unos dedos que se mueven
como arañas mientras bailan sobre las teclas de un piano;
mientras un río suena dentro de ti.
Cuando me miras empieza a fluir desde tus ojos hasta tu pecho,
y se esparce por tu corazón que es mi montaña.
Humedece tu naturaleza y huele a lluvia,
y a una mezcla de lavanda y jazmín.
A veces al cerrar los ojos veo cómo el río fluye y
se desliza con musicalidad por las venas de tus brazos,
que van a parar en mí cuando cruzas por mis sueños
como esta madrugada.
Sentí mucho no haberte besado aquella noche
cuando te brillaban tanto los ojos;
por eso esta noche, que estabas tan tierno y me mirabas,
me he acercado a tu boca para oír tus latidos.
Y tus labios han ido al encuentro de los míos,
y se han fundido en un tiempo breve,
pero tan dulce como la miel.
Yo deseaba invertir mis ahorros y mi suerte
en abrazos y caricias para ti.
Tú mientras me hablabas con los ojos,
con esa mirada que no necesita palabras,
que me llega como una carta escrita a mano
directa al buzón de mi corazón.
He escuchado tu canción mientras te he besado,
y aunque no te cumplas,
gracias por estar tan tierno antes de que yo
abriese los ojos y el día comenzara.
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