Tenías que volver para marcharte (Segunda fase).

Tenías que volver a ser como aquella canción
que salta al instante en formato aleatorio un día cualquiera,
en el momento menos idóneo.

Como esa sonrisa que te deja traspuesta
o ese guiño del chico que te gusta
aun sabiendo que tú a él no.

Como esa sacudida de aire frío
en toda la cara al oír en el parte meteorológico
que no habría peligro por fuertes vientos.

Y tenías que volver, para volverte a marchar;
dejándome con las palabras al borde del suicidio
en el precipicio de mis labios, colgándose y ahorcándose en mi lengua.
Y a mí dejándome inestable con las ganas que te tengo.

Como esas manos  que juegan y tocan sin cesar
en la cabeza del psicótico, maníaco,
que le impiden sacárselas aun cambiando de cerebro.

Tenías que volver para recordarme que eres canción.
Música e imprevisible como tú solo sabes.

Como un huracán, arrasando todo tras su paso,
hasta mis sentimientos. Hasta mis emociones.
Y ahora sé que algún huracán llevará tu nombre
aunque ninguno de los dos sepamos a ciencia cierta eso.

Tenías que volver para recordarme que no eres espiral,
y no te tengo. Para recordarme que eres callejón,
tus paredes y no tengo escapatoria.

Como un recordatorio veinticuatro horas de cada día,
que llega un día sin avisar. Como una herida
que no se consigue curar porque el roce no consigue el olvido.

Tenías que volver para marcharte una vez más,
porque no sabes quedarte. No, si yo quiero que lo hagas.
No, si yo te quiero.

Comentarios

Entradas populares de este blog

En el centro.

Por escuchar tu voz.

Las batallitas.