Si quieres.

Si quieres podemos tumbarnos en tu cama,
me puedes abrazar como lo haces por las noches,
como si yo fuese un pez enorme
y tú me atraparas con los brazos porque te faltan manos.

Y me atrapas, no para matarme
aunque sí me des mordiscos;
sino para que no me lleven, no me caiga,
no me haga o hagan daño.

Y yo me quedo en ti, dentro de tus brazos,
entre tus manos y tu pecho,
y siento que formo parte de tu sangre
y me envuelvo de tu aroma.

Y me quedo en ti, no retenida,
sino en calma; enamorada de tu abismo,
de la forma de tu cuerpo,
de tu caracola.

Si quieres podemos tumbarnos en tu cama
y quedarnos dormidos;
o respirarnos despacito
mientras nos llenamos de caricias.

También podemos permanecer despiertos
en nuestra nube de cariño,
en mi sueño de tenerte,
y dar vueltas hasta besarnos por completo
los cuerpos.

Podemos hacerlo mientras se escapa el verano
caminando descalzo por la orilla,
mientras se aleja y da la espalda al ocaso.

Mientras los niños y sus familias
vuelven a sus ciudades de origen
y se va perdiendo el sonido del mar en sus oídos.

Podemos quedarnos mientras cambian los relojes
y se deja de escuchar a gente gritando a lo lejos;
mientras los coches hacen sonar sus cláxones
y sus dueños vuelven a su espiral de trabajos.

Mientras los niños lloran, algunos adultos también lo hacen
y todos los tendales y balcones
se llenan de un viento que los despeina
y hace bailar sus volantes.

Mientras los árboles se desnudan en los parques
y en los bosques; y algunas hojas empiezan a pintarse
con los colores del otoño.

Si quieres podemos quedarnos tumbados,
sintiéndonos, mientras las playas se vacían
y empieza a cubrirnos lentamente el frío
la epidermis.

Hasta que necesitemos taparnos
y empezar nuestro bello juego de manos a escondidas;
si quieres podemos quedarnos
mientras avanzan las estaciones y cambian los días.

Si quieres.



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