Eres mi despertar, eres la alegría con la que me levanto cada triste mañana, eres el sol que me despierta con un "malos días", eres la almohada que me aconseja cada noche, eres aquel pañuelo que seca mis lágrimas, eres las olas del mar que ahuyentan mis penas más internas, eres aquella canción que me llegó al alma, eres el acento en la "o" que lleva corazón, eres aquella sonrisa traviesa que quiere dormir conmigo esta noche, eres ese beso en la frente que me desea "buenas noches", eres tú aquel abrigo de besos tiernos que me arropa del frío, eres tú mi vida entera y cuanto yo necesito.
A veces ocurre.
A veces ocurre, que se te escapan las manos hacia alguien que no lo merece, y lo compensas escribiendo sobre recuerdos e ilusiones que nunca verán la luz. Y te agarras las manos como puedes para que éstas no se escapen, como animales en celo que llevan el descontrol en sus carnes. Y por mucho que lo intentas, que pretendes manejar la situación, crear planes, trazar la claridad y comprenderla, ignorar que eres humana, un saco de ganas y el corazón te late, a pesar de ello, porque además reconoces porque sabes que mereces distanciarte de todo aquello que te duele, que te parte, que te asfixia y te encoge; y porque sabes que mereces aproximarte a lo que te hace burbujitas en el pecho, a pesar de ello, a veces ocurre, que por más que te niegues llega un momento exacto del día, un segundo en la noche, en que todo lo anterior que había sido organizado, todos los esquemas trazados aunque parecían claros, por un momento, un segundo, ya no lo parecen. Por un ...
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